
Para procurar entender mejor de qué hablamos cuando hablamos de Dios.
Conocer mejor su ser y sobre todo, su ser personal.
Para bajarlo en Word:
¿Qué es algo? ¿Quién es alguien? Estas son dos preguntas importantes al hablar de cualquier cosa; y son dos preguntas distintas. Interesa hacérselas respecto a Dios, porque aunque todo el mundo habla de Dios, hay quienes no saben bien de qué, ni de quién, están hablando.
Primero distingamos el “qué”, del “quien”, que nos llevará a distinguir entre naturaleza y persona.
La pregunta acerca del “qué”
Cuando nos preguntamos qué es algo/alguien, estamos preguntando por su esencia. La esencia es la respuesta a la pregunta ¿qué es eso? Es una mesa, un perro, un ser humano, un árbol…
La esencia de algo/alguien es lo que ese algo/alguien es. En términos conceptuales, diríamos que es lo que lo define: la esencia de ser humano, por ejemplo, es lo que hace que alguien sea eso: ser humano. Lo que lo distingue en lo más radical suyo, y hace que no sea otra cosa, lo que lo distingue en cuanto tal.
En los seres vivos, esa vida que tienen y desarrollan se realiza de acuerdo a su naturaleza. ¿Qué es la naturaleza de algo? Es su esencia en cuanto principio de operaciones. Es decir, lo que explica desde lo más profundo de su ser, su forma de existir, moverse, actuar, etc. La naturaleza humana, por ejemplo, incluye todo lo que el hecho de ser un ser humano significa en lo operativo (el tipo de vida que integra su vida vegetativa, sensitiva, afectiva, racional, libre…, es decir, lo propiamente humano, y, por tanto, diferente de la naturaleza angélica y de la animal).
La pregunta del quién
Entre todos los seres existentes, se distinguen los espirituales. Tienen autoconciencia y libertad. Entonces, decimos que cada uno es una persona. Cada persona es única e irrepetible. Todas las personas tienen su naturaleza (común para cada especie), pero cada una es ella misma, distinta a todas las demás. Todos nosotros somos seres humanos, pero él es Pedro, aquél es Juan o Alejandra… Es tal persona.
Entones, distinguimos entre naturaleza y persona.
Naturaleza: Explica lo que somos, el qué somos. En nuestro caso, un ser humano. Eso define nuestro modo de ser y actuar.
Persona: cuando el ser es espiritual, la persona es el sujeto, el yo, quién es. La gran diferencia entre una “cosa” y una “persona”, reside en que la segunda al ser espiritual, tiene conciencia de sí misma. Designamos a la persona por su nombre: es Ana, o Pedro… Sos una persona, esta persona concreta. Y esta persona humana, es un varón o es una mujer: esa es tu naturaleza (qué sos: un ser humano varón o mujer). Tu persona, es ser Ana, ser Pedro…
¿Qué es Dios?
La pregunta ¿qué es Dios? equivale a preguntar por su esencia y su naturaleza. Y nos llevará a hablar de la naturaleza divina.
Dios es el ser absoluto (absoluto en sentido propio). El único ser absoluto –solo puede haber un absoluto por definición de absoluto–, absoluto en cuanto ser: los demás seres, tenemos el ser –tenemos el ser limitadamente: somos seres humanos, o es una planta… algo limitado)- mientras que Dios es el mismo ser subsistente: es todo el ser, el ser absoluto, sin límite, sin tiempo, espacio… nada que lo limite.
Obviamente no podemos agotar la esencia divina: Dios es mucho más de lo que podemos pensar y expresar. Todos nuestros pensamientos y conceptos sobre Él se quedan cortos.
Por ser el ser absoluto, puede crear (solo quien es el ser “total”, puro ser, puede dar existencia a lo que no existe). Nosotros podemos cambiar cosas que ya existen, transformarlas…, pero no “crear”, es decir dar el ser a lo que no lo tiene.
Por ser el ser absoluto, solo puede ser uno. No puede haber dos, ni tres… porque serían limitados (se distinguirían entre ellos, uno tendría algo que el otro no tiene… ninguno sería absoluto). De ahí la racionalidad del monoteísmo (que existe un solo Dios): el politeísmo se opone a la razón.
Solo hay un “Dios” por definición de “Dios”.
Y, por lo mismo, es todopoderoso, eterno, inmutable, simple, plenitud de sabiduría, bondad, belleza… Todo lo que la Teodicea (la parte de la Filosofía que estudia a Dios) nos enseña.
Todo esto explica simplemente la naturaleza divina.
Qué es Dios lo conocemos en parte por la razón a partir de sus obras. Creando el mundo se ha mostrado a sí mismo. De aquí el conocimiento racional que tenemos de su existencia y de sus atributos. Esto lo estudia la Teodicea. Se trata de lo que podemos conocer de Dios a partir de lo que ha creado. Este conocimiento de Dios es limitado, pero es un verdadero conocimiento.
¿Quién es Dios?
Y podemos conocerlo íntimamente (es decir, en sí mismo) a partir de la revelación: Dios ha intervenido en la historia para salvar a los hombres. Ha buscado a Noé, ha llamado a Abraham… formado un Pueblo… Es la historia de la salvación, ahí encontramos cómo ha actuado, qué ha dicho de sí mismo, qué nos ha pedido, etc. El culmen de la revelación se da en Jesús: Dios hecho hombre.
Este Dios infinito no es una “cosa” (energía, por ejemplo), sino que es alguien: un ser inteligente y libre. El orden del universo exige que haya sido creado por un ser inteligente, pensante. Es un ser personal.
En cuanto a qué es Dios en sí mismo, la definición más impresionante, nos la aporta San Juan cuando dice que “Dios es amor” (1 Jn 4,8). Es decir, que su esencia es amar. Lo cual nos muestra que no sólo no es “algo”, ni sólo (es alguien pensante), sino alguien que esencialmente ama.
Es decir, que este ser absoluto, es un ser espiritual porque es pensante y ama; y porque obviamente lo material no puede ser infinito, ni ser todo el ser, ya que por definición lo material es limitado. Importa repetirlo, Dios es personal: no es una “cosa” (como energía…), es alguien. Inteligente y libre.
Y este único Dios, en su intimidad, no es soledad, no es una sola persona, sino tres personas. Esto lo sabemos porque Él nos lo ha revelado en el cristianismo.
Tiene una vida de comunión infinita y total, es tres personas (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo), que son un único Dios. Los tres son un solo Dios (no son personas “independientes”).
Dios es el Padre, es el Hijo, es el Espíritu Santo. Y los tres no son tres dioses, sino un único Dios.
¿Cómo lo sabemos?
Que Dios es uno solo, como ya hemos dicho, lo podemos conocer racionalmente.
Por la revelación de Dios, sabemos que ese único Dios no es pura soledad, sino que tiene tres personas divinas.
Esto es muy importante, porque amamos a una Persona: amar a Dios, es amar al Padre, amar al Hijo, amar el Espíritu Santo. Cuando hablamos, nos dirigimos a las personas: podemos dirigirnos a Dios en su unidad, pero hemos de aprender a distinguir, tratar y amar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
En el Antiguo Testamento Dios siempre se presenta como único. Y aunque hay algunos pasajes en los que podemos encontrar pistas de que ese único Dios, tiene una vida interna. Por ejemplo, en la Creación cuando Dios dice: “hagamos al hombre” en plural.
Es en el Nuevo Testamento cuando Dios se muestra trinidad de personas divinas. ¿Cómo? Precisamente con la actuación de cada una de ellas.
Ya en la Anunciación el Ángel, le habla a María de la Trinidad que hay en Dios y cómo cada Persona actuaría en Ella: “el Espíritu Santo descenderá sobre ti”, le dice. El Padre (“la virtud del Altísimo”, le dice) la cubrirá con su sombra. Y quien nacerá de Ella será llamado “Hijo de Dios”. Ahí estás las tres.
A lo largo del Evangelio, Dios se muestra en sus tres personas. Jesús dice que es Dios, y que no es el Padre. Sin embargo, dice “quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Al mismo tiempo, dice que “el Padre y yo somos uno”. Y también promete el Espíritu Santo, que descenderá sobre los Apóstoles en Pentecostés.
Del Evangelio es claro que el Padre es Dios, que el Hijo (Jesús) es Dios y que el Espíritu Santo es Dios. Que son distintos y que no son tres dioses, sino un solo Dios.
¿Cómo se puede explicar que un solo Dios sea tres Personas?
A partir de los hechos (Dios actúa y aparece, como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo), los cristianos pensaron cómo explicar este hecho misterioso de que Dios sea uno solo, y que en Dios haya tres Personas divinas.
Esas explicaciones dan forma a la doctrina sobre la Santísima Trinidad. Es una explicación racional de los datos revelados. Repito: lo revelado es que hay un solo Dios y que ese Dios es la plenitud de vida y comunión de tres Personas, en una unión tan absoluta que no deja de ser un solo Dios.
Hay dos maneras de explicarlo.
1) Dios es amor. Si es amor, debe haber quien ame (El Padre), quien es amado (el Hijo) y el amor con que se ama (el Espíritu Santo).
El amor crea comunión. Dios como es absoluto, se identifica con sus acciones ad intra (para adentro, “dentro” de la Trinidad). Amar y ser Dios es lo mismo. Su ser es amar. Un amor absoluto, que al ser perfecto y absoluto, hace de los “amantes” (Padre, Hijo y Espíritu Santo) un solo ser.
2) Dios es un ser espiritual. Las dos operaciones de los seres espirituales es conocer y amar.
Dios se conoce a sí mismo. Su conocimiento es perfecto, tan perfecto como Dios mismo. Y, como en Dios, su ser y su obrar son lo mismo, se identifica con Dios. Por eso el conocimiento que Dios tiene de sí mismo es también Dios. Es el Verbo, segunda persona de la Trinidad. Así se podría decir que el Verbo procede del Padre por vía de conocimiento.
El Padre ama al Hijo. Y el Hijo ama al Padre. Ese amor –igual que en el razonamiento del conocimiento– es absoluto; y es Dios mismo, es el Espíritu Santo. Así se dice, que el Espíritu Santo, procede del Padre y del Hijo, porque es el amor que se tienen.
Así resumidamente hemos visto qué es Dios (su naturaleza) y quién es (sus personas). Ahora ocupémonos de Jesús.
¿Qué y quién es Jesús?
Comencemos por responder a ¿qué es Jesús?
De Jesús, leyendo el Evangelio, sabemos que es Dios y es hombre. Es Dios (hace milagros, tiene una sabiduría infinita, es uno con el Padre…) y es hombre (nace, come, duerme, muerte… y resucita).
¿Cómo es esto? Para salvarnos, la segunda Persona de la Trinidad (es decir, Dios mismo, en su segunda Persona), asumió la naturaleza humana (se hizo hombre, sin dejar de ser Dios). Sigue siendo Dios (no puede dejar de serlo), y ahora también es hombre.
Por tanto, a la pregunta ¿qué es Jesús? Respondemos que es Dios y hombre. Es decir, que Jesús tiene dos naturalezas, una divina (desde toda la eternidad, común al Padre y al Espíritu Santo) y otra humana (asumida de su Madre, Santa María).
Por tanto, en Jesús, hay dos naturalezas –es Dios y hombre–, sin mezcla –no es un híbrido humano-divino–, sin confusión –lo humano es humano (come, duerme…), lo divino es divino (hace milagros…)–, sin separación (no es mitad Dios y mitad hombre: todo Jesús es Dios y es hombre).
Esta unión de la naturaleza humana con la divina en Jesús se llama unión hipostática. Ambas naturalezas se unen en la persona del Verbo (en la Persona divina) que es Dios y asume (podríamos decir que “suma”) la naturaleza humana. Es un misterio único. Que solo puede suceder en Dios: nosotros no podemos tener dos naturalezas…
Si en cambio nos preguntamos ¿quién es Jesús? Respondemos señalando su persona.
¿Quién es este “hombre”? ¿Quién es la Persona (en Jesús)? La segunda Persona de la Trinidad, que ahora tiene dos naturalezas (la humana y la divina).
¿Quién es Jesús? Es Dios, en concreto la segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo o el Verbo, como se la llama.
La única persona de Jesús es la divina. Que actúa con sus dos naturalezas. Jesús pasa hambre, duerme, camina, habla, muere en la cruz en su naturaleza humana (son acciones humanas, de Dios): la persona (el sujeto que actúa) es la divina, actúa en acciones divinas y humanas (con sus dos naturalezas). Jesús hace milagros, resucita… con su naturaleza divina.
Esto es asombroso: que Dios mismo haya querido asumir todas las realidades humanas que nosotros vivimos, para así darnos la posibilidad de divinizar nuestra vida.
En resumen, en Dios hay una naturaleza y tres Personas. Y en Jesús, dos naturalezas y una Persona.
Eduardo Volpacchio
Mendoza, 30 de mayo de 2023